Altea Núñez, bailarina desde que tiene uso de razón, trabajando en Amberes (Bélgica) desde el año 2001 con las mejores compañías y coreógrafos mundiales, y coreógrafa independiente desde hace cuatro, es otra de las profesionales de la danza que transmite pasión, amor, dedicación y entrega absoluta por su trabajo.
Raquel López y Fuensanta Zomeño, directoras de Danzarte 21 Ballet Joven, estrenan en el Auditorio Víctor Villegas, el próximo 28 de abril, un programa en el que presentan una pieza coreografiada ex profeso por Altea, llamada For those who wait, un ballet original basado en un poema de William Shakespeare, y Qué Pasa En Murcia hemos querido aprovechar su estancia en Murcia para entrevistarla.
¿Qué sientes cuando bailas, Altea?
Depende de lo que bailes. Puede ser un baile clásico, contemporáneo… Hay tantos roles, tantos ballets diferentes, tantas emociones diferentes…, porque yo siempre he sido una bailarina de emoción. También depende de la música y a veces tienes que bailar cosas que a lo mejor no te gustan tanto pero aún así tienes que encontrar esa emoción que te digo. ¿Que qué siento? No sé, depende. Había veces, cuando bailaba de forma profesional, que me olvidaba hasta de que estaba en el escenario. Disfrutaba tanto que se me iba la olla y no sabía ni dónde estaba, como un trance incluso.
¿Entonces tú eres más emocional que cerebral?
¡Sí sí! Y más intuitiva que cerebral.
¿Y tu forma de bailar cambió a lo largo del tiempo?
Sí, claro. Además, trabajando con diferentes coreógrafos, que es lo mejor que le puede pasar a un bailarín profesional, coreógrafos que tienen vocabularios diferentes, vas evolucionando de alguna manera. ¿Cómo he evolucionado? Desde luego que al final de mi carrera tenía más confianza en mí misma, me soltaba más, no quería controlarlo todo tanto… Es una de las cosas que se aprenden con el tiempo, las tablas te hacen arriesgarte un poco más en el escenario.
Formada en Madrid en la escuela de Víctor Ullate. ¿Cómo fueron tus primeros pasos como bailarina? ¿Qué te llevó a dedicarte a esto?
Me llevó mi madre. Mi madre, Teresa Nieto, ha sido bailarina-coreógrafa, una de las grandes coreógrafas españolas, Premio Nacional de Danza y una de las precursoras de la unión del baile flamenco y el contemporáneo. Ella daba clase en la escuela de Víctor Ullate y nos empezó a llevar a mi hermana y a mí…, pues lo típico. Y bueno, me empezó a gustar, pero tampoco te creas que…, es decir, la cosa comenzó a rodar, pero la verdad es que nunca he pensado “yo quiero ser bailarina”, no, fue lo más natural y más normal del mundo, era lo que más conocía y ni me lo llegué a plantear.
Cuando terminé el último curso de danza vino el Conservatorio de Danza de Holanda a examinarnos. Salió bien, yo tenía 17 años, y a partir de ahí comencé a bailar de forma profesional. Cinco años después, me fui a Flandes y pensé “bueno, me quedo aquí un par de añitos, que esto está en el centro de Europa, luego es muy fácil audicionar…”, y allí sigo, ¡diecisiete años después!.
En Flandes, desde el principio, me han tratado muy bien, me dieron muchas oportunidades, he bailado muchísimas cosas, he trabajado con los mejores coreógrafos…, y luego allí he conocido a mi marido, hemos tenido hijos…, pues una vida allí.
Y de Madrid a Amberes muy joven, primero como bailarina en el Real Ballet de Flandes, más tarde como coreógrafa en el mismo ballet y en la actualidad como coreógrafa independiente. ¿Cómo fue el salto de España a Bélgica?
Pues porque cuando una es joven y quiere trabajar, haces audiciones en mil sitios, y me llamaron de este. También es verdad que Amberes me pillaba relativamente cerca. Hice audiciones por ejemplo para el Boston Ballet, pero me salió en Amberes y lo preferí por esa cercanía.
Si hablamos de cultura o de gestión cultural, ¿qué traerías de Bélgica a España y qué de España a Bélgica?
Traería ayuda al artista, que aquí en España casi no existe. El artista en España, cuando tiene que montar espectáculos, en lugar de ganar dinero lo pierde. Hay muchos artistas aquí que trabajan gratis o por muy poco dinero. Porque claro, es lo que quieren hacer, la gente quiere bailar, quieren estar en forma y conocer a gente.
En Bélgica los artistas estamos mucho más protegidos. Allí dejas de bailar y tienes una pequeña compensación económica durante un tiempo si puedes demostrar que has estado activo un determinado periodo. Aquí en España, dejas de bailar y nadie te ayuda.
¿Y el Estado belga también favorece que haya diferentes compañías, espectáculos?
Más que en España por supuesto. La vida del artista no es fácil, pero es lo que queremos hacer, es lo que nos apasiona. ¿Que tiene que ser de gratis? Pues bueno, a veces se hace.
Juanjo Arqués, nos decía en la entrevista que le hicimos hace casi dos años que hay salir fuera para enriquecerse artística y profesionalmente. ¿Estás de acuerdo? ¿Lo recomendarías a las chicas y chicos jóvenes o crees que España ya tiene los suficientes recursos para desarrollar una carrera de danza interesante?
A la primera pregunta, totalmente de acuerdo. Vamos a ver, si tú tienes la suerte de estar en una compañía española donde viene gente de todos lados, donde se hacen talleres coreográficos…, vale, ¿por qué te tienes que ir? Pero por lo menos en mi época no era así ni mucho menos y la opción era irse.
¿Si España tiene recursos suficientes? Para ser un país tan grande, en España hay poco. Bélgica es un país mucho más pequeño y hay más recursos y alternativas para bailar. Afortunadamente ahora está la Compañía Nacional de Danza, con José Carlos Martínez, que de alguna forma ha revolucionado la compañía y están bailando cosas muy interesantes. Y también está la Compañía de Víctor Ullate, que ha pasado el testigo a Lucía Lacarra, una mujer inteligente y que le puede dar una vuelta al repertorio de Víctor.
Al principio te he preguntado qué sientes cuando bailas. ¿Y cuando coreografías?
¡Me encanta! Me encanta sobre todo el trabajo con la gente. No te imaginas la sensación que tengo cuando veo cómo evolucionan los bailarines con algo que yo he creado para ellos. Y lo que yo aprendo de ellos. Además, emocionalmente creas una relación muy especial, es verdad que no con todo el que trabajas, pero con muchos se crean vínculos muy especiales. Y luego ver lo que tú tenías en mente hace meses o años y verlo en el escenario con unos bailarines que lo dan todo… Poder sacar lo mejor de cada bailarín, que busquen, que experimenten… Eso es lo que me llena a mí.
¿Qué parte del proceso de coreografiar te gusta más?
Yo soy feliz trabajando con la gente en el estudio. Pero es verdad que yo necesito contar una historia, que la historia tenga una lógica, que transmita, que emocione. Todo ese trabajo previo me gusta, pero estar, como te digo, en el estudio con los bailarines, para mí es felicidad absoluta.
También impartes clases de danza clásica en el Conservatorio Superior de Danza de Amberes. Cuando estuvimos hablando con Raquel López y Fuensanta Zomeño, las dos nos decían que, aunque han llegado a la enseñanza por diferentes caminos, a las dos les apasiona la enseñanza. ¿Qué significa para ti enseñar danza clásica?
Bueno, estamos hablando de 19, 20, 21 años, chicas y chicos que no quieren bailar danza clásica sino contemporánea, con lo cual mis clases de ballet no son clases técnicas sino que son clases en las que enseño cómo usar la danza clásica para lo que bailan de contemporáneo.
Además doy clases en un estudio de danza, medio profesional, y tengo chicas de unos 14 años. Y me gusta mucho, pero sinceramente, no es lo que a mí me llena más.
¿Cómo fue la conexión murciana con estas dos coreógrafas?
Nosotras conectamos gracias a Juanjo (Arqués). Estaban buscando una persona que les coreografiara una pieza para el espectáculo que presentan en el Auditorio Regional Víctor Villegas, Juanjo les habló de mí, me llamaron y yo en seguida les dije que sí.
Me tratan que no te puedes imaginar. Les falta comprarme un trono (risas). Me tratan muy bien, aprecian muchísimo mi trabajo y yo las aprecio mucho a ellas y estoy encantada. Y el curro que están haciendo te puedo asegurar que no lo sabe nadie. ¡Mucho mucho curro por amor al arte!
Has venido a preparar una pieza, For those who wait, para el espectáculo que presenta Danzarte21 en el Auditorio Víctor Villegas el próximo 28 de abril. ¿Qué quieres transmitir con esta pieza?
For those who wait es una pieza con mucha emoción. Pero no es tanto la pieza como los bailarines, yo lo que quiero es que ellos aprendan y experimenten con mi vocabulario, y la verdad es que está quedando una pieza bastante bonita. También porque ellos lo están dando todo.
¿Qué quiero transmitir? Emoción, que la gente entre dentro de la pieza, que se olviden de todo y que disfruten lo máximo posible.
Absolutio, el ballet que creaste para la CND está inspirado en un poema de Siegfried Sasoon, For those who wait también en un poema de William Shakespeare. ¿Necesitas conexiones literarias, culturales, para crear?
Sí. En el caso de For those who wait, pieza creada para Danzarte21, yo quería hablar sobre la relatividad del tiempo, y buscando referencias encontré este poema que habla sobre ello de una forma tan clara que no tuve más que buscar. El poema además lo uso mucho dentro del ballet, hay una voz en off que lo relata al principio y cada parte de la pieza representa cada una de las emociones que el tiempo puede proporcionar. Creo que es la primera vez en mi carrera que ballet y texto están tan conectados entre sí. Esta vez quería hacer algo más narrativo.
¿En qué proyecto estás trabajando ahora?
Pues estoy montando una pieza para el estudio de danza donde trabajo, que se estrena el mes que viene, ahora vuelvo a Madrid porque dos bailarines del Ballet Nacional me han pedido que les monte un dúo, en noviembre me voy a la Palucca Dance School de Dresden, una escuela de danza bastante importante en Europa, y además estoy montando una pieza para la Escuela Real de Amberes.
Y luego los hijos y las clases de mi Conservatorio. Estoy muy muy liada ahora mismo, pero creo que en mayo voy a poder tener una pequeña pausa.
¿Y proyectos de futuro que te apetecería realizar?
Me gustaría mucho tener una compañía joven, porque me gusta mucho trabajar con gente de 18 a 22 años más o menos, gente que está a punto de dar el salto a la profesionalidad. Me gusta esa labor con gente de estas edades porque es moldear, es limar, es dar esos últimos empujones de alguna manera.
¿Y lo estás intentando conseguir?
Bueno…, es que no puedo decir mucho (risas). Pero sí, lo estamos hablando mi marido y yo, que también se dedica a esto de la danza.
DANZARTE 21. FUENSANTA ZOMEÑO & RAQUEL LÓPEZ, dirección artística
Programa:
VEM (Valores En Movimiento). Coreografía: Juanjo Arqués
For those who wait. Coreografía: Altea Nuñez
28 abril 2018. 20.00 h.
Auditorio Víctor Villegas, Sala Narciso Yepes
Precio: Desde 13,60 € hasta 22,70 €