Por José Ricardo Montoya
Sombrero Roto es el nombre del último proyecto de Kiko Veneno y nuestro colaborador José Ricardo Montoya se acercó el pasado 28 de diciembre a la Sala REM de Murcia para regalarnos esta crónica de su concierto, con la que inauguramos 2020 y con la que, desde Qué Pasa En Murcia, deseamos un año lleno de cultura y alegría.
La última vez que vi a Kiko Veneno creo que fue hace dos años en Torrevieja y me produjo una extraña sensación. Lo vi triste, melancólico cual habanera, falto de emoción, aquello olía a fin de la historia, fin de trayecto, repertorio agotado. Estaba claro que mi querido Kiko necesitaba, se exigía reinvención. Pues por el bien de la música, por el bien de todos, Kiko lo ha conseguido, se ha vuelto a reinventar: Sombrero Roto, su último y fantástico disco, nos lo ha devuelto a la vida.
Con este último proyecto se palpa felicidad, seguridad en el proyecto, bienestar, orgullo de haber hecho un gran trabajo. Kiko ha vuelto de nuevo. Y eso quedó demostrado el pasado 28 de diciembre en la abarrotada sala murciana REM, ofreciéndonos un concierto de altísimo nivel, intenso, vivo, con un repertorio inteligentemente seleccionado basado mayoritariamente en su último disco.
Comenzó la noche con guiño hacia aquel primer, enorme e imperecedero disco Veneno. Comenzó, pues, con la brillante Los delincuentes y la terminó, como ya nos podíamos imaginar con Sombrero roto, broche temático de su icónica canción. Entre una y otra desgranó por el camino los brillantes temas de su último disco, La higuera, Autorretrato, Chamariz, Vidas paralelas, Titiri y Miss you (delicada y sorprendente pieza rumbera cantada en inglés que cierra su último disco), y de su época dorada, Echo de menos y la enorme Joselito, demostrando que nuestro Kiko ya nada tenía que ver con el de hacía dos años.
Dedicó también su particular homenaje al rock andaluz con un tema muy experimental de los sevillanos Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Simpático, locuaz, a gusto consigo mismo, muy cómodo con su exquisita banda. Se nota que Sombrero Roto le ha devuelto la fe, que ha recuperado las ganas con su nuevo y, aún mejor, con su viejo repertorio. Por supuesto, se echaron en falta clásicos temas como la casi nunca utilizada Lobo López, En un mercedes blanco o Estaba lloviendo, simplemente porque son unos temas enormes que egoístamente para un servidor, nunca pueden faltar. La banda que traía y que anda con él ya unos años transmitía confianza y buen rollo a partes iguales. Se les notaba afianzados y con una ilimitada química con Kiko.
Como ya hemos comentado, cerraría el concierto con Sombrero roto, completando así el círculo iniciado con Los delincuentes. Pero no acabó ahí la cosa. Ante la presión sincera del público solicitando el retorno del maestro al escenario, éste lo hizo por la puerta grande para interpretar en solitario y con guitarra acústica en mano la brillante Obvio, para acabar cerrando, ya con la banda en el escenario, la enorme velada con una alargada y trepidante Volando voy, poniendo así broche de oro a aquella inolvidable noche que no debió acabar nunca. Despidiéndose la banda en la mejor tradición del teatro, nos dejaron a su entregado público con una perenne sonrisa continuada por una nostálgica sensación de que ya se le echaba de menos.
Un par de días más tarde, me encontré por la calle con un gran amigo que también había ido al concierto. Nos miramos y yo le dije Andrea y Eloooyyyy y él me contestó Titiriti tiriti. No nos dijimos más.
Kiko, we miss you!!!!!!!!!!!!!