Llevo un tiempo que lo único que escucho es música clásica. Creo que, a base de rebuscar en las ferias de libros y tiendas de segunda mano, ya me estoy haciendo de una discografía vinílica clásica más o menos interesante. Además, llevo unos días de orquestas realmente plenos: El sábado pasado, los Conciertos en Familia del Auditorio Regional, con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y el grupo Danzarte 21, una preciosidad de espectáculo, con un lujo de OSRM que tenemos al alcance de nuestra mano y unos bailarines jóvenes, futuro de un arte, el de la danza, alejado de toda ayuda pública o privada. El lunes, ópera, también en el Auditorio. Un ballo in maschera, de Verdi, a cargo de Ópera 2001 en colaboración con la Ópera de Massy de París. Espectacular. Y el domingo que viene, también ópera, y también en el Auditorio. En esta ocasión la maravillosa Dido y Eneas, de Henry Purcell, a cargo de la Coral Kodály. En este punto, creo que es justo y necesario reconocer al Auditorio Víctor Villegas la labor de impulsor de la música clásica en nuestra región.
¿Esto me lleva a sentir “desafección” por el pop-rock actual? Desafección, me gusta esa palabra tan usada en los últimos tiempos en política. En parte sí, lo tengo que reconocer, no encuentro grupos que me atrapen como me ha pasado algunas veces. Bueno, algunos, el último disco de Avi Buffalo, los chavales catalanes Mourn, Trajano!, algunos temas del último disco de Ought…, y para de contar.
Yo tengo tres métodos para descubrir música: mi primo José Ricardo Montoya, la revista Rockdelux y Spotify. El primer método, el humano, es el que me resulta más efectivo. Mr. Montoya es una de las personas que conozco, junto con Juan Antonio Ross, que más sabe de música, en este caso de música de los últimos 40 años, más o menos. Le puedes decir, “- Oye, ¿y estos Television Personalities? – ¡Hombre, fantásticos! Estos empezaron en el año tal con esta formación que fue derivando a la otra, con un guitarra que se fue a tocar con la banda no sé qué…” (todo inventado, ¿eh?, no se empeñen en documentarse sobre la cita). Impresionante, de verdad. Además, lleva yendo al Primavera Sound desde que este festival comenzó a andar. Tiene tal pasión por esta cita musical que, además de ser de las primeras personas que se saca el abono del año siguiente nada más salir, se tira todo el año viendo qué grupos se van confirmando para escuchar todos los que puede y hacerse un calendario de lo que quiere y, si no se solapan los conciertos, puede ver. Gracias a este «entrenamiento» y a su privilegiada memoria, José Ricardo me ha ido surtiendo en los últimos años de algunos descubrimientos musicales para mí fundamentales: Los mencionados Avi Buffalo, The Sea and Cake o Rilo Kiley. Gracias, rey.
Los otros dos métodos, Rockdelux y Spotify, conectados ellos, consisten en comprarme la revista todos los santos meses desde hace unos cuantos añitos, ver las sugerencias de nuevos discos de las páginas azules centrales y ponerlos en Spotify. De ahí voy saltando con lo de “Artistas similares” de Spotify, con lo cual, es una auténtica locura, puedo comenzar por Struggle y terminar con Nusrat Fateh Ali Khan.
Pero ayer tuve uno de esos días musicales de esos que se dicen intensos, plenos. En primer lugar me desayuno con la noticia de que Morrissey viene al SOS. Yo, de joven, en el instituto, tenía tres ídolos en la música, y no por este orden:David Bowie, Prince y The Smiths. Lo de Smiths era obsesivo, siempre íbamos con sus camisetas, la mía, con la portada del Meat is murder, sirvió al final de trapo de cocina, y nos conocíamos todas y cada una de sus canciones, de hecho, parte de lo que sé de pronunciación de inglés es gracias a ello. Ahora viene Morrissey, y toca a 200 metros de mi casa. Ya que dudo mucho de que alguna vez pueda ver a Prince o Bowie en directo, por lo menos podré decir que vi al cantante de mis amados The Smiths.
Ya por la tarde me fui a correr un rato. Media hora más los estiramientos. Os tengo que decir que no hay goce más intenso (bueno, sí lo hay, unos cuantos, es verdad) que salir a correr escuchando una buena sesión de rock ‘n’ roll de El Sótano de Radio 3. La de ayer, antológica. A mí siempre me ha pasado una cosa: el pop, o el pop-rock, me flipan, pero las músicas a las que siempre vuelvo, como ese amigo que siempre está, son el jazz y el rock ‘n’ roll clásico, éste en todas sus modalidades, el rockabilly, el dudua… Y lo que pasó ayer es que Diego RJ estaba inspirado: Por el kilómetro 1 de carrera me suelta un temazo de Pike Cavalero, Ahora que lo tienes, cara A de un single creo que recién nacido. Una suerte tener por estos lares un músico como Cavalero, continuador de una escena rockanrolera murciana que tradicionalmente ha tenido grandes representantes, con podio especial, permitídmelo, para el gran Javi Volumen y Los Fanáticos del Ritmo.
Sigo corriendo al ritmo de El Sótano y de repente el programita me lanza un delicioso tema de Los Hermanos Cubero, sí, esa encantadora rareza musical patria, esa mezcla de folk manchego y música americana que tanto me impresionaron con su primer disco, Cordaineros de La Alcarria, y que están a punto de sacar un Ep llamado A burrasca perdida. ¿Que cómo se llamaba el tema? Amor inefable. Sublimes.
Sigue El Sótano con Mike Sanchez y unos temas que grabó hace años con Imelda May cuando aún no era la super y admirada estrella rocker que es ahora. Y ya, cuando termino mi recorrido y estoy al final estirando músculos en mi rincón vistabellero, mi programa radiofónico favorito me descoyunta la cadera con un tema de un género que a mí me hace vibrar, el twist. El tema era de una banda de la que nunca había oído hablar, Jim Friis & The Valiants, y desde luego, quien no mueva aunque sea una pierna con la canción es que no tiene sangre en las venas.
Ah, se me olvidaba. Cuando llego a casa me encuentro con un comentario de Ross en su facebook. Anunciando su concierto de esta noche en La Yesería, y ante el comentario de otra persona preguntándole por futuros conciertos, mi colega Ross le remite a mí y a este blog. Muchas gracias, Juan Antonio. Mira que soy cortado para presentarme a los músicos que admiro, pero cuánto me alegra haberme acercado a ti una mañana en la cantina de Función Pública.
Música, música, música. Más música por favor. Que todo en la vida es música… Me he perdido. ¿Cómo era la canción?