En la web de la Concejalía de Cultura de Murcia, donde se recoge la exposición que se está programando de Miguel Fructuoso en el Palacio Almudí, Pintar Pintura, me hace gracia –nunca mejor dicho- el final de la descripción que el propio pintor hace de su obra: “Pintura que se ríe”. Digo que me hace gracia porque uno de los aspectos de la personalidad de Fructuoso es su alegría. Él es una persona tremendamente vital, muy alegre, le gusta muchísimo reír, pasarlo bien, pasárselo bien con sus amigos… Y también hace reír, cosa que es muy de agradecer, la verdad, tiene un sentido del humor muy fino, muy inteligente, responde a las décimas de segundo a cualquier desafío, ya sea si la conversación deriva en temas surrealistas o si se le pregunta por cuestiones más serias. De hecho, no hay más que leer la última entrevista que le hace el periodista Antonio Arco en La Verdad de Murcia para darse cuenta de que Miguel Fructuoso ni quiere ni acepta tutelas, tiene bien claro, como los grandes, los auténticos artistas, que él está por aquí, desde un punto de vista profesional, para divertirse con la pintura, para mostrarla de la manera más –insisto- alegre a los demás. Eso sí, que nadie le diga hacia dónde debe dirigir su mirada porque entoces muerde.
Me recuerda a lo que siempre he pensado que pasa con el jazz. Yo creo que a Miguel Fructuoso no le gusta demasiado hablar de su pintura –si no es así que me perdone-, y es porque quiere que ésta se mantenga al margen de intelectualismos. Me explico, que estoy divagando. El jazz, en sus comienzos, en unos comienzos tardíos de be bop de Charlie Parker, Dizzy Gillespie, etc., y más, en unos comienzos anteriores, del swing de Artie Shaw y Benny Goodman era música festiva, con la que se podía bailar, beber, reír, hablar…, drogarse, es verdad, y mucho. Estaba desprovista de ese “intelecto” que se le dotó más tarde, en los años 50 y 60, cuando el jazz tomó un cariz free que hizo evolucionar este género hacia unos derroteros muy diferentes. Quizá le pase lo mismo a Fructuoso, si quieres intelectualidad, un día te la doy, si me pilla bien, que argumentos tengo los que quieras, es mi pintura y llevo muchos años desarrollándola, pero primero disfrútala, goza con mis estructuras, que cuando salgas de mi exposición te lleves un amarillo, un azul de mis cuadros, como si fuera esa cazadora que no te atrevías a comprar y que por fin es tuya.
Miguel Fructuoso, como hemos señalado al principio, acaba de inaugurar una exposición en el Palacio Almudí, la primera en Murcia desde hace siete años, tiempo que ha estado, según sus palabras, «castigado» por la anterior gerencia de la Consejería de Cultura. La muestra, titilada Pintar Pintura, y que está formada por 20 pinturas y 20 dibujos, se puede visitar en la sala de exposiciones de la primera planta del Palacio Almudí hasta el próximo 10 de mayo.