Quise tener una banda, detener el reloj

Por Jesús Robles

Tengo en mis manos un disco con una portada que es un dibujo grotesco de los miembros del grupo riendo y con sendas jarras de cerveza en la mano brindando con el del casquete blanco en la cabeza. Copias, copas, es el título del álbum y De cañas con los papas el grupo. Un nombre chirriante para una banda de rock que anticipa un  propósito irreverente. Es su primer disco y su declaración de intenciones parece clara: reírse de todo lo que puedan.

Dime qué te parece, me dice Ricardo y pego el oído al altavoz de mi coche de una manera especial. Y esto es así porque es el disco de “su grupo”. Lo dejo caer a las primeras de cambio porque no pretendo engañar a nadie. Dicho esto, desde este mismo momento entenderé que dejéis de leer la crónica siempre que sea para escuchar el disco. Lo entenderé porque es  lo que hago yo cada vez que hay un nuevo lanzamiento de mi interés. Lo escucho y después leo la crónica. Y como a ti, me gusta leer exactamente lo que había pensado escribir, lo que me había dicho la música. De lo contrario aplico racionamientos sencillos: la crítica es el resultado de una amistad incondicional, de una enemistad manifiesta o de alguna actitud amparada por la teoría de la conspiración.

Suena la música y estoy atento a las letras. Como siempre, aprovecho el primer semáforo en rojo para leer los títulos de las canciones. Que me disculpen los de la DGT por esta crónica, que los de verde me perdonen las multas porque la voy a escribir mientras conduzco, mientras conduzco de una manera especial, mientras conduzco hacia atrás. Me he dado cuenta al primer vistazo que es la única manera de seguirles el ritmo.

Nunca demasiado tarde nos decidimos a ajustar determinadas cuentas que tenemos pendientes con la vida, con nuestra vida, llamar a una antigua amiga que nos gustaba para decirle simplemente eso, emprender esa travesía peligrosa para la que nunca tuvimos valor, aprender a nadar, reunir a unos amigos…, o como estos, montar un grupo pop ¿Fundamentos? Las canciones que hemos oído desde que nos salieron los dientes, la ilusión, saber qué son los trastes de una guitarra, el conocimiento de las siete notas de la escala musical ¿Instrumentos? Unas guitarras, una caja de ritmos, lápiz y papel, mundos en la cabeza.

Empezar a escribir canciones, imaginar los ritmos, reunirse a discutir cómo puede quedar todo mejor y qué clase de sonido se quiere obtener creo que es divertido. No saber cuál será el resultado ni siquiera si lo habrá estoy seguro que es el comienzo de un camino excitante.

Para mí escuchar la música en el coche también lo es. Lo de menos es la carretera, lo importante, que suenen las canciones. Retrocedo por la senda que marca el disco y reconozco que no me brinda volantazos bruscos ni acelerones inesperados, que no doy gritos ahogados con las ventanillas cerradas pero a cambio tengo melodías suaves, coreografías corales, efectos especiales hechos con las cuerdas vocales, solos de guitarra sedosos, a cambio tengo “Entes sin peso”, la canción que más me pesa del disco. Ahí está toda su energía, todo su juego.

Presto atención a las letras. Hablan de épocas añoradas, también de un presente, de obsesiones vitales, de éxtasis amoroso, de engaños y desengaños, de perder el miedo al fuego, de querer arder en él. Inquietudes universales producto de la necesidad que tenemos todos de sacar, de alguna manera, lo que tenemos dentro, aunque sea jugando.

Llego al principio de mi recorrido, las curvas fueron suaves,  el viaje placentero. Todo es del revés y en el comienzo descubro la meta: perder por una vez el miedo y plantarse ante el toro de fuego. Esa será mi recompensa. Ellos insisten en que no buscaban ninguna, que hicieron todo por nada, pero engañan.  Lo han hecho por jugar y en ese juego ganaron algo que a lo mejor nos cuentan en el próximo disco o tal vez se lo guarden para siempre. Algo por lo que el lío en el que se metieron, las noches en que se desvelaron, el dinero que gastaron,  las horas que dedicaron, todo eso, habrá merecido la pena. Verdaderamente ganadores.

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