Respirando el aire de la deserción. Mercury Rev en concierto

Por Jesús Robles

Hay una ley y unas cuantas sentencias que protegen la desconexión telefónica de los trabajadores en sus vacaciones. Los patrones se las pasan por el forro. En el único descuido de mi veraneo, en el que quise consultar el tarot digital, apareció el lacónico mensaje de mi temido jefe de redacción de Qué Pasa en Murcia. “El sábado hay un concierto de Mercury Rev en el Auditorio. Quiero una crónica”.

Así que tuve que dejar la paradisíaca playa de Los Belones y acercarme a Murcia, comprobando con terror cómo, a cada kilómetro, subía la temperatura y aparecían los espejismos propios del desierto. Y eso a pesar de que estaba anunciada la entrada del otoño para el fin de semana.

Después me enteré de que se cumplían veinte años del mejor álbum del grupo, Deserter´s Songs. Es tendencia desde hace un tiempo que se celebren con giras exclusivas los aniversarios de los grandes discos de finales del siglo pasado. Me preguntaba si dentro de unos años se harán giras para celebrar el aniversario de “La Bomba”, de “El chiringuito” o del mejor disco actual de regaetton (admito mi ignorancia sobre cuál puede ser).

Con ese interrogante llegué a la Sala Miguel Ángel Clares del Auditorio Regional donde se acabaron las preguntas. Puntualmente y tras un preludio cinematográfico, salió la banda y comenzaron a desgranar los temas del disco ante un numeroso y entusiasta público, en una atmósfera sobria, sin alardes de iluminación, de modo que toda la energía se concentrara en la música.

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El concierto que ellos habían autopromocionado con expresiones como “una acústica especial y una atmósfera íntima” superó las expectativas de los que allí estábamos. En ochenta minutos sonaron las canciones, interpretadas como nunca antes lo habían sido. El propio Jonathan Donahue, guitarra y vocalista de la banda, admitió, en uno de los interludios en los que se permitió el lujo de contar cuentos relacionados con el disco y la época en que fue concebido, que lo íbamos a escuchar tal y como sonaba en los ensayos iniciales, en aquel apartamento de New York, de modo que el vecindario no se sintiera molesto.

Los músicos fueron inoculando gotas de milagro en cada tema, bien alargando los entretiempos para aligerar su densidad, bien alternando el protagonismo de los instrumentos. Como el serrucho acariciado por un arco de violín que sonó celestial en I collect coins, la armónica, la flauta travesera o la trompeta en Hudson Line.

Entre canción y canción hubo tiempo para las historias. Así, supimos de la textura que tiene el desierto del fracaso cuando lo que se espera es la gloria después de See you on the other side, el disco que precede al celebrado. También lo que supone una llamada salvadora de alguien que no conoces en medio de la noche más oscura (una llamada de ¡The Chemical Brothers!) Tal vez por ello, una de las canciones escogidas para versionar en una noche tan especial fue la delicadísima Here de Pavement. “Me vestí para el éxito, pero éste nunca llegó…”.

Con el público entregado, aún quedaba el tiempo del éxtasis que llegó con los dos últimos temas, Opus 40 y The dark is rising que no pertenece al disco, pero sí y ya para siempre a una noche inolvidable. La noche en que celebramos el cumpleaños de esa joya llamada Deserter´s Songs, gracias a la cual aprendimos que la deserción no es más que una vía para salir, para poder respirar.

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