Una vez en la vida es el nombre que la artista andaluza Ana Barriga inauguró el pasado viernes en la galería T20 de la capital murciana, y que se podrá visitar hasta el próximo 26 de marzo.
Durante los años 90 el término «hibridación» planteó multitud de debates y fue aplicado de manera frecuente. Sobre esta idea se podría comenzar a estudiar la pintura de Ana Barriga (Jerez, 1984). Los procesos pictóricos clásicos propician una colisión con la composición de objetos encontrados mediante la fotografía. En cierta forma, enlaza las inquietudes del siglo XX desde que en el XIX la fotografía hiciera tambalear los cimientos de la teoría artística. El objet trouvé, en la génesis de las tendencias desmaterializadoras, abre un camino que, como una paradoja espaciotemporal, pasa a la pintura de una estirpe coherentemente velazqueña.
La concatenación de fragmentos que se funden en un todo en el que se busca muchas veces el límite de lo inarmónico. La poética de lo fragmentario es leída desde una superación de los postulados de la vanguardia, en cierta forma hay una relación con la forma en que la escena underground del 77 entiende como superados tanto a Jackson Pollock como a Andy Warhol, si bien utiliza ambos universos estéticos en la ropa que Joe Strummer diseña para The Clash y, por su puesto, la de Vivianne Westwood para The Sex Pistols. El spray adquiere un rango identitario en la escena urbana desde entonces.
El error, que con el paso de los siglos también es un elemento identitario en Velázquez, es un foco de atención en una obra que es pintura, pintura procesada, meditada, a la vez intelectualizada, circunstancial y accidental. Hay un algo de azar controlado que no desaparece nunca pero que en Ana Barriga es crucial.
Finalmente la ironía bate, como un viento constante, las superficies. Unas veces es soterrada, otras jovial y aparatosa. La solemnidad es el enemigo. En cierta forma la cultura occidental se debate silenciosamente sobre las dos posturas de un libro inexistente, el tratado sobre la risa de Aristóteles. La solemnidad es la enemiga de la risa, pero la solemnidad es un aparato hueco. Se podría decir que el barroco es aparato y no se erraría, pero frente al catafalco mortuorio el barroco dispone escenografías de recortes, de cartón, de estructuras de carpintería que no serán eternas. Pero, al fin y al cabo, como cantaba Freddie Mercury: «¿Quién quiere vivir para siempre?».
Una vez en la vida. Ana Barriga
Inauguración: Viernes, 26 de enero. 20:30 horas.
Galería T20. Calle Victorio, 27. Murcia.
26/01/2018 – 26/03/2018.