Por Nacho Álvarez-Castellanos
Fotos: Joaquín Clares
Juanjo Arqués es en la actualidad coreógrafo del Het Nationale Ballet de Holanda, uno de los ballets más importantes de Europa. Antes, este bailarín murciano, amable y generoso en el trato, fue solista del mismo ballet; y antes estuvo en Londres, en el English National Ballet; y unos años antes en Madrid, bailando en la Compañía de Víctor Ullate; y mucho antes estuvo aprendiendo de su maestro en Murcia, José Antonio Robles.
En todas estas paradas, mucho trabajo y unos cuantos premios y nominaciones, las últimas, como mejor coreografía y mejor coreógrafo en los Golden Mask Awards, los premios más importantes de las artes escénicas en Rusia.
Sin embargo, y a pesar de un currículum artístico realmente impresionante, Juanjo Arqués continúa siendo prácticamente un desconocido en nuestro país, y por supuesto en nuestra región. En España, apenas unas pocas menciones en diarios nacionales y una entrevista en una revista digital especializada, en Europa, en cambio, numerosas referencias en todo tipo de medios. Un clásico ya en la cultura de nuestro país que nos apetecía, en la medida de nuestras posibilidades, compensar con una entrevista. Gracias a la bailarina Raquel López por propiciar el encuentro.
¿Cómo comenzaste en esto de la danza? ¿Hay antecedentes en tu familia?
Bueno, ha sido un poco de todo. A mi familia siempre le ha gustado mucho el mundo del baile y de la farándula. Yo empecé de una forma muy típica en Murcia, bailando jotas en una peña huertana. De allí, mi profesora vio que me gustaba y lo hacía bien y me llevó al Conservatorio .
Llevas años viviendo y trabajando en Amsterdam, ¿qué te trae a Murcia estos días?
He venido a trabajar en varias cosas: En primer lugar estoy haciendo un montaje para la escuela de danza Robles School, y también estoy comenzando un proyecto con la compañía Danzarte 21.
¿Sigues manteniendo amistades y conexiones aquí?
Sí, con la mayoría sigo manteniendo una buena amistad. Sigo teniendo mucho contacto con muchos y muchas profesoras del Conservatorio, como Raquel López, Fuensanta Zomeño, directoras de Danzarte 21, o con José Antonio Robles, mi profesor en Murcia… Sí, tengo y me encanta tener esa alianza todavía.
¿Te sientes un profesional de la danza que no ha podido desarrollar tu trabajo en España?
No, la verdad es que no. Yo trabajé durante un tiempo aquí en España, quería buscar otras cosas y me fui, pero no porque no pudiera desarrollar aquí mi trabajo. Es que es muy fácil decir que no se han tenido oportunidades. Bailar es una profesión que si no descubres otras metas, otros coreógrafos, otros estilos, otras escuelas…, te quedas muy limitado, es una carrera que hay que exportarla, que hay salir fuera para enriquecerse. Yo ya no bailo, ya sólo me dedico coreografiar, pero yo me fui a Madrid, de Madrid a Londres, y de Londres a Amsterdam.
¿Y se nota mucho en la manera de bailar una escuela de otra?
Sí claro, son diferentes formaciones, se nota mucho en la técnica. La danza evoluciona mucho, continuamente, pero España, desafortunadamente, es un país en el que la cultura no se apoya, es difícil desarrollar tu carrera aquí. Está bien para empezar, pero en un momento dado era necesario irme fuera. Pero de una manera natural, sin sentirme limitado profesionalmente.
Casi todos los de mi generación nos fuimos fuera. Es que es normal, también. Ten en cuenta que la carrera de bailarín es muy corta, si no se aprovecha…
Si hablamos de cultura o de gestión cultural, ¿qué traerías de Holanda a España y qué de España a Holanda?
La cultura, en general, en Holanda, ya no sólo el ballet en particular, está mucho más arraigada en los niños desde muy pequeños. Yo traería a España la educación, el sistema educativo, cómo se integra a los estudiantes, desde muy pequeños, a ver espectáculos, museos…
Osea, que es normal que lleven a los niños a veros por ejemplo a vosotros, a la Compañía Nacional de Holanda.
Sí, nosotros tenemos espectáculos pensados exclusivamente para ellos, matinés adaptadas a niños, incluso vienen a ver clases, ensayos…, todo encuadrado en un programa llamado educational program. Esto ayuda mucho a que la formación cultural esté siempre activa, las generaciones pasan pero el gusto por la cultura continúa.
Y volviendo a tu pregunta anterior, de España me llevaría… (piensa), está difícil… También es que hace tiempo que no trabajo aquí… A ver, en España tenemos mucha cantera de bailarines. Si hablamos de primeras figuras, tenemos a Tamara Rojo en el English National Ballet, a José Carlos Martínez que es director de la Compañía Nacional española y que ha sido del Opéra National de Paris…
Aunque lleves tiempo trabajando fuera, las raíces son muy fuertes. Yo intento siempre que mi lenguaje, mi identidad como coreógrafo, que mis coreografías tengan algo de España.
¿A la hora de bailar se nota mucho esa identidad? Es decir, ¿existe ese tópico de lo latino?
Sí, se nota mucho, de hecho hay muchos bailarines no sólo españoles, también cubanos, brasileños…, que se nos asocia como hot.
¿Hay mucho intrusismo en tu oficio?
¿A qué te refieres o a qué nivel de intrusismo te refieres?
Pues por ejemplo a personas de otras disciplinas artísticas o académicas que hacen coreografías de danza contemporánea.
Bueno, es que, ¿dónde está el límite? Yo soy un coreógrafo bastante versatil y de hecho la crítica me considera un coreógrafo hybrid, híbrido, que se me ha formado en compañías clásicas, que ha estado en compañías clásicas, y trabajo con bailarines muy clásicos…, pero también muy contemporáneos, incluso he estado involucrado en performances muy potentes. Siempre me ha gustado tocar todos los géneros y así voy enriqueciendo mi vocabulario. Hay gente que delimita mucho el arte, a mí no me gusta, no me gustan las categorizaciones en la danza.
A mí me encanta la música, no puedo vivir sin ella, pero soy de los que me quedo con las melodías antes que con las letras, que no me interesan tanto. ¿A ti qué te interesa de la danza, la expresividad, la emoción, la pura unión de cuerpos en movimiento, contar una historia, la unión de varias artes…, una suma de todas?
A mí me interesa el contenido y la forma de mis coreografías, cuál es el mensaje que quiero dar, la estructura, la dramaturgia. A mí no me gusta ver un espectáculo en el que me siento y veo el escenario como una televisión panorámica en mi casa, en el que los bailarines se muevan sin más. No me interesa. Cuando creo algo, antes de entrar en el estudio, ya llevo una preparación de cuatro meses a lo mejor buscando información, de qué quiero hablar, cómo lo quiero desarrollar, cómo hacer que el público lo entienda. Para mí es lo más importante como coreógrafo, dar algo más, no sólo movimientos, cuerpos y músicas bonitas.
Me importa mucho la relación entre el público y el espectáculo, que el público esté challenge, que sea un desafío para el público, que lo integre al final en su vida.
Hacer coreografía es como montar un puzzle. Partimos de un puzzle en blanco que vas formando, pero al principio tampoco hay un orden, tienes mucha información que tienes que ordenar. Yo por ejemplo, normalmente, acabo la pieza el mismo día del espectáculo, me gusta que esté muy fresca, e incluso cuando ya se ha estrenado voy cambiando cosas.
Y es curioso la unión de tus obras con la historia del arte. Tu pieza Minos hablaba de la Grecia antigua, Fresas se inserta en el universo artístico de El Bosco…
Sí, y ahora precisamente empiezo con un proyecto muy interesante que tiene que ver con Matisse y su cuadro La danza. En octubre, en la Fundación Louis Vuitton de París, se va a reunir por primera vez la colección de cuadros de un duque ruso que después de la caída de la Unión Soviética salieron a la luz y fueron repartidos por distintos museos del mundo. Esta va a ser la primera vez que estos cuadros se junten…, menos los Matisse, que son muy grandes, muy importantes, y no los dejan salir de sus museos. Pues bien, a mí me han llamado para hacer una coreografía, cuyo vídeo, que se va a proyectar a la entrada de la exposición, lo va a realizar Peter Greenaway. En julio empezamos a rodar.
A mí me gusta mucho relacionar mi trabajo con el arte y con la historia del arte. Has mencionado Minos, que está relacionada con la mitología griega, y estos años me he centrado en cuadros de artistas contemporáneos, por ejemplo un trabajo llamado Boogie, un trabajo muy pequeño relacionado con Broadway y el último cuadro que hizo Mondrian y que precisamente se llamaba así, Broadway Boogie-Woogie. Mondrian lo hizo en Nueva York y yo también, aprovechando un curso que estaba haciendo.
En este momento, Juanjo hace un paréntesis en la conversación. Parece que quiere seguir por otros derroteros, que tiene ganas de hablar de cosas que no sean exclusivamente temas de danza.
Pero también me meto a veces en política y en temas sociales.
¿En qué sentido?
Estoy preparando una obra para este verano sobre el éxodo, el éxodo económico, religioso, político…, pero en lugar de enfocarlo de una manera dramática, quiero dar las vueltas necesarias para intentar dar una solución, mi solución, que pasa ineludiblemente por la integración de las personas en nuestros países europeos.
El proyecto va a tener dos partes: una primera que se va a llamar Departure, Salida, y una segunda que se llamará Arrival, Llegada. De alguna manera quiero que público y bailarines interactúen, y crear un especie de familia en escena.
En otro orden de temas sociales, la corrupción en España es excesiva, y desde fuera se ve además quizá de manera más vergonzosa aún, desde mi punto de vista. Y cómo se tratan esos casos, y la importancia que se da otros asuntos que no tienen tanta… Me indigna. Pero bueno, no estamos aquí para hablar de eso.
Estamos para hablar de lo que tú quieras. No lo pensaba tocar, pero ya que me has lanzado, ¿tú crees que es necesario el posicionamiento político por parte del mundo del arte?
Hace mucho tiempo que me fui de España. Cuando bailaba en la compañía de Víctor Ullate y en la Compañía Nacional de Danza, cambiaban continuamente de dirección, en parte porque era un momento en el que se intercambiaban gobierno PP y PSOE, pero en realidad todo continuaba igual… Si esto lo extrapolamos a la cultura en general, en mi opinión pasa exactamente lo mismo, queda igual de estancada, no ha crecido como en otros países. Precisamente ahora, que desde hace unos años la ciudadanía en España quiere tener más voz, puede ser el momento de cambiar las cosas.
¿Pero Juanjo, realmente es tanta la diferencia cultural, de gestión cultural entre España y otros países de nuestro entorno?
Sí, muchísima, la diferencia es muy grande. Las oportunidades que tienes en España para ser artista son muy reducidas en comparación con otros países.
Mira, yo hace poco estuve hablando con un amigo, Antonio Ruz, que ha sido Premio Nacional de Danza, que ahora es coreógrafo y tiene su propia compañía. A pesar de estar yo muy pocos días aquí en Murcia, lo he podido ver, a él y a una de sus obras, que estuvo la semana pasada en el Teatro Circo con una pieza excelente, que se llamaba Beautiful Beach, un programa muy arriesgado también, muy personal, muy rico, muy lleno de detalles, tocando muchos temas de actualidad, personales…, y en el teatro éramos un total yo creo que de veinte personas. Y estamos hablando de un espectáculo con unas entradas baratas para el trabajo que tiene, un trabajo a lo mejor de dos años. Luego te encuentras con que en la plaza de la Catedral se organizan espectáculos con una calidad media, culturalmente no muy interesante, y tienen unos apoyos institucionales enormes.
¿Por qué en deporte, en fiestas o en eventos religiosos se emplea tanto dinero y en cultura no?
Vale, entonces pongamos el caso de que te encuentras con un político de puesto relevante y te pide que le indiques cómo afrontar el espacio cultural de tu ciudad, ¿qué le dirías?
Yo le diría que mirara a los países vecinos, que se hiciese una comisión de investigación para ver qué pasa con los otros países y por qué unos países funcionan y otros no. Y además que la gente que se encargue de gestionar ese asunto cultural sea gente de la cultura, no externos, que se piense bien el lugar importante que debe tener la cultura. No me quiero meter en política, pero aquí hubo hasta hace poco una concejalía de Festejos y Cultura. No puede ser.
En otro plano, la educación en cultura, como comentábamos antes, es fundamental, pero esa educación debe llegar a todos los niños por igual, y de una manera muy natural. España es un país muy machista, y si hablamos de la danza, ésta se considera una disciplina femenina, con lo cual, si eres un niño al que le gusta el ballet es posible que seas objeto de insultos, que traten, en pocas palabras, directamente de maricón. Yo nunca he tenido esos problemas porque siempre he vivido muy tranquilo y muy feliz, pero pasa, conozco muchos casos.
Y luego hay un problema de presupuesto, es posible que en otros países el presupuesto que se destina a cultura sea mayor.
Ese es un problema grande. España, si quieres ser artista, no es el país adecuado. Pero no estoy hablando de hacerte famoso siendo artista, eso da igual, yo, como artista, lo que quiero es producir, trabajar. Aquí es muy difícil poner en práctica lo que tienes en mente. A ver, a lo mejor también es difícil en otros países, y a lo mejor es que yo he estado en el momento adecuado en el sitio oportuno…, y que me lo he currado mucho, yo soy muy currante.
Ser artista es algo muy complicado, porque tienes que crear algo de la nada. En mi caso, montar un ballet es muy difícil, tienes que pensar qué necesitas: la música, la dramaturgia, diseño de luces, de trajes, de escenografía, el estudio, los materiales que se necesitan…, es mucha responsabilidad. Si a eso le tienes que sumar problemas económicos, puede llegar un momento que pienses en abandonar. A mí me ha pasado alguna vez, aunque también es verdad que luego siempre hay algo que te rescata y te compensa. Ya sólo el trabajo el estudio me compensa enormemente, yo me paso horas y horas trabajando, a veces hasta se me olvida comer.
También te digo, por último, que con presupuestos bajos se pueden hacer cosas muy buenas. El asunto es que aquí se ha destinado en los últimos años mucho dinero a otras cosas, y a la cultura muy poco. La cultura es como la hermana marginada.
¿A qué cosas te refieres?
A una construcción desmedida, por ejemplo.
¿Y a otros deportes?
Bueno, si hablamos de fútbol, por ejemplo, hay una diferencia abismal entre la cantidad de escuelas de fútbol que hay y las que existen en otros deportes. Pero ojo, que lo que quiero decir es que ojalá en todas las disciplinas deportivas o culturales sea como en el fútbol, no digo que se les quite, digo que se distribuya mejor.
¿Qué características debe tener un gran coreógrafo?
Tienes que tener una identidad muy acentuada, ser muy personal. Y darle muchas vueltas a la cabeza. Hay que tener talento, pero a la vez reflejar en tu proyecto como tú eres. Como eres es lo que se ve. Aunque un trabajo o un proyecto te guste más que otro, si por encima de todo haces lo que consideras que está bien y creas un lenguaje propio e intentas demostrar, ya te digo, tu identidad, eso es lo que va a llegar al público.
Yo juego mucho con los sentimientos y con la identidad de las personas. Me gusta jugar con los bailarines y sacarles incluso algo íntimo para que lo adapten, lo utilicen en el proceso creativo. A mí me gusta trabajar en colaboración, y que ellos me aporten mucha información. Incluso, como estoy haciendo en Departure-Arrival, leemos artículos de prensa y debatimos qué está pasando con la inmigración, por qué el rechazo de algunos países hacia personas que no conocen.
Hace bien poco fuiste nominado para los premios Russian Golden Mask del Teatro Nacional de Moscú por tu obra Minos, en las categorías de mejor coreografía y mejor coreógrafo. ¿Qué significa este premio en el mundo de la danza?
Bueno, ya sabrás que al final no me dieron el premio, pero ya el premio es estar allí. Pues nada, un orgullo, qué te voy a decir. Decidí llevar Minos, sí, una de mis primeras piezas, pero la hice en formato extendido, en tiempo y con más bailarines. Golden Mask es como los premios Oscar de las artes en Rusia, no sólo de danza, también de teatro, ópera, opereta, musicales… Premian a los mejores espectáculos que se han hecho durante el año en Rusia.
Estaban todos los grandes, en mi categoría de mejor coreógrafo éramos como ocho o diez nominados, coreógrafos del Bolshoi, del Kirov de San Petersburgo, de Stuttgart…, había gente muy muy importante, un nivel que me permite hacer unas conexiones interesantes y desde luego darme a conocer. Yo, a pesar de tener casi 39 años, se me considera un coreógrafo emergente, pero a partir del Golden Mask parece que, por lo que me dice la gente, he pasado a otra división superior. Pero bueno, a la hora de crear es lo mismo, la cuestión es aprender siempre.
Hablemos de Fresas, tu última coreografía, inspirada en El jardín de las delicias de El Bosco. Con todo el caos que destila este cuadro, con todos los símbolos de la lujuria, del pecado, que tiene este cuadro, ¿por qué te quedas con las fresas? ¿Y por qué te quedas con la palabra en español?
Cuando me ofrecieron el proyecto yo ya conocía la obra de El Bosco, había ido varias veces a verla a El Prado. Es uno de mis cuadros favoritos. Cuando comencé a investigar el cuadro, me di cuenta de que, a diferencia de otras pinturas de El Bosco, se trata mucho el tema de la lujuria y la tentación por medio de la fruta, temas y símbolos muy recurrentes en la Edad Media. La fresa, en particular, tiene que ver con la tentación, pero también con la muerte, porque dura muy poco, la fresa se echa a perder muy rápido y muere.
En el cuadro, las fresas están a una escala muy grande, los personajes se las pasan, las señalan con el dedo…, y la gente que las comen aparecen como conectadas de una manera carnal.
Al ser el cuadro un tríptico, mi obra también tiene tres partes, pero yo no he querido que se «lea» de la misma forma que el cuadro, de izquierda a derecha. Decidí, junto con una dramaturga que trabaja conmigo, Cristina Enríquez, que el Purgatorio es donde estamos todos ahora, y nos imaginamos qué hubiera pasado si no hubiese existido la tentación al principio de la creación. Hicimos que Adán fuera el que le da una fresa -que no una manzana- a Eva. Rompimos el mito y a la vez nos cargamos la idea del pecado original.
Dicen que El Bosco pertenecía a una secta llamada en principio los Adamitas y más tarde Los Hermanos del Espíritu Libre, los cuales hacían rituales en bosques, desnudos, y pensaban que, si Dios los había creado no era para pecar, sino para disfrutar. De esta manera, la tercera parte de mi Jardín era que todo el mundo comía fresas, todo el mundo estaba obsesionado con las fresas…, queríamos celebrar una especie de banquete, y utilizamos a los bailarines a modo de mesas y sillas. Claro, el componente fetichista de colocar a los bailarines de esta manera es evidente. Es muy de los 70, de La Naranja Mecánica, por ejemplo.
¿Proyectos de futuro?
El siguiente estreno es el 15 de julio en Riom, Suiza, en medio de Los Alpes. Llevaremos la segunda parte de Departure, Arrival, al Origen Festival Cultural. Antes grabaré lo de Matisse para que se proyecte en París en octubre. Además, la compañía junior del Het (National Ballet) estrena un ballet mío que se estrena en octubre, llamado Blink, que además irá de gira, y que creo que recalará en Murcia. Y por último una creación nueva ya para los profesionales de la Compañía Nacional de Holanda, para febrero de 2017, que es un programa que se llama Made in Amsterdam, y que estará integrado por bailarines que se han formado en el país.
¿Mucho trabajo, no? Qué bien.
Sí, muy bien, aunque me faltan horas y me cuesta desconectar. Pero muy contento, la verdad.
Ya casi a micrófono cerrado, Juanjo quiere decir una última cosa:
Me gustaría hacer una puntualización, en este caso a tu favor: Es la primera vez que un coreógrafo español es nominado a los Golden Mask rusos y también es la primera vez que en España me preguntan por ello en una entrevista, no ha habido ni en mi país ni en mi región ni una sola mención a esto, ni por supuesto ninguna repercusión. Sin embargo en Holanda ha salido en muchísimos medios de comunicación. Te doy las gracias. Es un ejemplo de cómo en España se trata la danza, la cultura. Cómo un español es reconocido internacionalmente y no se le da ninguna importancia.
Recogemos y apreciamos el agradecimiento y lo devolvemos a Juanjo Arqués por su amabilidad y profesionalidad. Una suerte para nosotros poder conocerle más de cerca.